Opinión | Abel Martín: Un nuevo horizonte para el Tratado de Beijing
Marzo 31, 2022
En las circunstancias actuales, un consenso internacional como el Tratado de Beijing sobre Interpretaciones o Ejecuciones Audiovisuales adquiere un valor extraordinario. Ese histórico acuerdo fue adoptado en la capital china el 24 de junio de 2012 por 123 delegaciones y constituye el primer instrumento internacional para la protección de las actuaciones e interpretaciones actorales y de danza fijadas en cualquier soporte o sistema audiovisual.
También constituye la culminación de una lucha épica por los derechos de actores y bailarines que desde 1995 ha encabezado AISGE, con el apoyo principal de la Federación Internacional de Actores (FIA) y, a partir de 2010, de Latin Artis, la federación iberoamericana de entidades de gestión de actores. Ya desde la primera Conferencia Internacional sobre la materia, en 1996, AISGE trabajó intensamente con la OMPI, MPA y SAG.
El Tratado fue firmado in situ en la metrópoli china por 48 países, España incluido. Nacía así con el mayor consenso alcanzado hasta entonces por un tratado internacional en materia de propiedad intelectual, si bien hubo que esperar ocho años para que 30 países lo ratificaran y así pudiera entrar en vigor. Hoy ya lo han ratificado 45 países, el último de ellos México.
Aún espera ser ratificado por la Unión Europea, donde algún Estado lo ha hecho individualmente (Eslovaquia), mientras se dirime si la competencia de ratificación es exclusiva de la UE o compartida por cada uno de los Estados miembros. En EE UU se planteó en 2016 una iniciativa para ratificar el Tratado, pero quedó en suspenso al llegar Trump a la Casa Blanca y la nueva administración aún no lo ha retomado hasta ahora.
En la práctica, el Tratado de Beijing permite a los actores y bailarines reclamar sus derechos en todos aquellos países que ratifiquen este instrumento internacional y cuenten con una entidad de gestión similar a AISGE para su recaudación e intercambio internacional. El crecimiento exponencial de las plataformas digitales de televisión a la carta (Netflix, HBO MAX, Prime Video, Disney+, APPLE TV+ o Google Play) ha propiciado un ecosistema audiovisual sin precedentes, con los contenidos audiovisuales de ficción como base medular de ese modelo de negocio a la carta. Estos nuevos hábitos de consumo –facilitados por los dispositivos electrónicos y los altos niveles de conectividad – entroncan con la denominada Cuarta Revolución Industrial, impulsada por la tecnología digital. Desarrollos tecnológicos a los que ya se están sumando las posibilidades de nuevas formas de explotación de las artes escénicas y los contenidos audiovisuales a través de los desarrollos del Metaverso (que generará realidades virtuales y emocionales para el público en general), la inteligencia artificial y del 5G. Para todas estas nuevas potencialidades de los trabajos actorales y de danza, el Tratado de Beijing también constituye una base reguladora básica con la que no cuentan otros creadores.
El Tratado de Beijing, en definitiva, ha venido a corregir una injusticia histórica que desproveía de derechos a los actores y bailarines en dicho ámbito global. Y ha llegado en el mejor momento, ya que, al ser el último, también es el más actualizado y por ello contempla, como la ley española, el “derecho de puesta a disposición”, que es el que se genera bajo los modernos modelos de negocio en la explotación a través de las plataformas digitales. También podrá acoger en su seno esos nuevos modelos de negocio que ya se están estudiando para ser implementados a medio plazo, como el Metaverso y las demás posibilidades que la realidad virtual y emocional permitan ofrecer a actores y bailarines.
Con esta reflexión, finalmente, en modo alguno se pretende incrementar el nivel de preocupación que las nuevas tecnologías han incorporado a la mente y vida profesional del actor y del bailarín. Al contrario, se trata de informar de que AISGE ya lleva un tiempo trabajando para que esa nueva, excitante e incierta realidad no nos alcance distraídos, de manera que podamos anticipar soluciones a esos nuevos problemas y obtener rendimientos de sus ventajas. Alea jacta est.