
Multitud de canales, alrededor de 200,
operan en el país desde que el gobierno del general Padilla autorizara
en 1979 la concesión de licencias para cadenas de gestión privada,
aunque estas no comenzarían a operar hasta 1984.
Tres lustros antes había nacido la estatal Bolivia TV.
Fue una de las más tardías del continente, pues las de casi todos los
países del entorno llevaban dos décadas en funcionamiento. Tenía por
objeto el que se le presupone a cualquier medio público: información
objetiva y programas de temática sociocultural. Pero no tardó en
convertirse en el altavoz del gobierno de turno. Tampoco en su
programación destacaba el producto autóctono: series norteamericanas y
telenovelas brasileñas y mexicanas ocupaban –también en la actualidad–
la mayor parte de la parrilla, que hasta la irrupción de los canales
privados apenas cubría unas 10 horas de emisión. En su programación
predominan hoy espacios culturales, políticos y de entretenimiento como La cabina azul, Tiempo de cambio o la tira diaria Surcos de vida.
Uno de los productores más
reconocidos del país, Roberto Calasich, atribuye el hecho de que apenas
se produjeran contenidos propios en aquella incipiente televisión a que
la conformaban profesionales del cine que tenían en mente presupuestos
de cine. Y esas cantidades resultaban difíciles de recuperar en un
mercado pequeño. Aunque Bolivia es el quinto país más extenso de los 12
que integran Sudamérica, su escasa población hace que sea uno de los
menos habitados.
Esa situación económica la
experimentó Calasich, también director y guionista, cuando a lo largo de
varios años intentó la venta de La bicicleta de los Huanca. Recorrió los despachos de las diferentes cadenas con el proyecto bajo el brazo durante más de un lustro, hasta que la privada ATB
(Asociación de Teledifusoras Bolivianas) confió por fin en esa historia
rural basada en hechos reales. Tras estrenarse en 1993, La bicicleta de los Huanca
se convirtió en la serie de mayor éxito de la televisión de Bolivia
hasta la fecha. Y la que más difusiones ha tenido. Su secuela llega 25
años después con el título La motoneta de los Choque, una miniserie de nueve episodios rodados en La Paz, cuyo estreno se espera para mediados de este 2018.
Con anterioridad a La bicicleta de los Huanca solo se había producido una serie totalmente boliviana, Carmelo Hurtado,
sobre las vicisitudes de un legendario prófugo de la justicia, una
especie de Robin Hood que era músico y al que cobijaban en sus huidas
los más desfavorecidos. Sus 30 episodios se emitieron en 1986 por el
canal público y constituían el punto de partida para la veterana
productora Safipro, que se dedica a difundir la idiosincrasia boliviana
mediante cuentos e historias populares. Safripro está detrás de otras
teleseries tan reconocidas como Tardes antiguas –un abogado rememoraba algunos de los casos que marcaron su carrera tras medio siglo de ejercicio– o Las tres perfectas solteras –adaptación del poemario de Pedro Rivero–.
Otra traba para los
productores en Bolivia es encontrar espacios libres en las
programaciones de las cadenas. El cineasta Paolo Agazzi es responsable
de la serie Sigo siendo el rey, cuyos 13 capítulos estrenó ATB en mayo de 2017. Según dice, a los ejecutivos de los canales les cuesta arriesgar, apenas apuestan por nuevas producciones.
Una de ellas la emite Red Uno, que figura entre las señales privadas en liza. Hablamos de ¡Qué familia, los Serrano!,
la primera serie cómica en la televisión del país, capaz de dar en la
diana de la audiencia. Y aclaramos que no tiene nada que ver con la
ficción que protagonizaron Antonio Resines y Belén Rueda en España.
Los divertidos Serrano
irrumpían en la pantalla en enero de 2013. Les avalan tres temporadas,
83 episodios… ¡y una versión para el teatro! Tras la cámara trabaja la
actriz humorística Jenny Serrano, quien ve en el éxito de esta propuesta
la confirmación de una realidad: se puede hacer producción nacional de
calidad.
La televisión boliviana
estará de aniversario en 2019. Coincidiendo con su 50 cumpleaños, ya que
nació el 30 de agosto de 1969, comenzará el apagón analógico. Ese
proceso se prolongará hasta 2024. Quizá para entonces exista ya la
realidad que tanto reclama su audiencia: menos cosificación de la mujer y
menor sensacionalismo.
Expertos en la materia consideran complicado el cumplimiento de dicho plazo. El parque de televisores compatibles es todavía escaso y las inversiones millonarias que deberán hacer las cadenas no se recuperarán con los ingresos publicitarios, como han pronosticado algunos. La TDT arranca también en Bolivia con más incógnitas que expectativas.

