Madrid, 7 de marzo de 2024
La inteligencia artificial es sinónimo de oportunidades y de progreso, también para la creación audiovisual, pero encierra los suficientes peligros como para que suponga asimismo una fuente de honda preocupación en el sector. Tanta como para que el director general de AISGE y de la Fundación AISGE, Abel Martín Villarejo, resumiera en el marco del Festival de Málaga su estado de ánimo con una confesión en toda regla: “Es una materia que me quita el sueño cada noche y me lleva a alternar el estado de ánimo con el de depresión”. La necesidad de un marco legislativo que preserve los derechos de los creadores de contenidos frente a los desarrollos tecnológicos se convirtió así en la principal reivindicación del encuentro El impacto de la inteligencia artificial en los contenidos audiovisuales, que se extendió durante cerca de dos horas y media en el auditorio del Centro Pompidou malacitano.
El contraste entre la visión de los programadores y los juristas especializados en propiedad intelectual resulta descarnada en esta materia. José Antonio Hernández, CEO de Maicrosoft Europe, una de las empresas más avanzadas en el desarrollo de metaverso e innovación en inteligencia artificial, ofreció demostraciones reales sobre las posibilidades presentes de estas tecnologías, “que parecen ciencia ficción pero son reales, están con nosotros aquí y ahora y crecen como una bola de nieve a una velocidad terrorífica”. Hernández demostró que puede hablar con su propio timbre de voz en “chino de acento perfecto” con apenas un segundo de demora sobre su discurso original en castellano, recordó que en 2024 acontecería el estreno del primer largometraje realizado íntegramente con IA y avisó que estas herramientas “sirven a esta industria para lo que siempre quiso y quiere: emocionar, entretener y, además, ganar dinero”.
En este sentido, el ingeniero informático avisó de que el “cine artesanal” debe asumir su inevitable convivencia con estas nuevas fórmulas. “Le podemos pedir a la IA que nos haga una película del gusto de la mayoría. Va a ser capaz no solo de crear cine, sino de adaptarlo sobre la marcha, en tiempo real, en función de lo que esté gustando y lo que no a lo largo de la proyección”. Ante quienes le achacan a esta inteligencia cibernética la “ausencia de alma”, él argumenta que no importa, porque está “preparada para cualquier cosa”. “Sucede como con la compra de un arma: puedes utilizarla para jugar al tiro al plato, para cazar o para matar a una persona…”.
Desde postulados muy antitéticos, Santiago Mediano, fundador del despacho Santiago Mediano Abogados y profesional con más de 30 años de experiencia en el ámbito de la propiedad intelectual, puso el acento en un marco normativo “suficiente y deficiente en la actualidad”, que no garantiza aún ni en España ni en el derecho trasnacional “una regulación de las condiciones salariales, empezando por la remuneración de los originales que alimentan el aprendizaje de la inteligencia artificial”. “A este paso”, se lamentó, “vamos a quemar la herencia de la cultura en la hoguera de la tecnología. Y asistiremos a un revival de aquellos primeros años 2000 en que la piratería floreció en detrimento de discos, libros y cine en aras al desarrollo de internet en nuestros hogares”.
Mediano admitió sin ambages que la IA es una “herramienta interesantísima” que “aporta eficiencia, ahorra tiempo y aporta múltiples ventajas en muchas materias, sin ir más lejos en el terreno de la medicina”. Pero cuando todo ello se aplica al cine o la televisión, sin ningún tipo de condiciones ni respeto por la titularidad de los derechos, “el riesgo más evidente y preocupante es la destrucción de muchos puestos de trabajo”. Y fue muy enfático al defender un nuevo espíritu para el marco legislativo: “Las primeras directivas vienen a sostener que la propiedad intelectual no debe suponer un obstáculo para el desarrollo tecnológico. En realidad, deberíamos concebirlo justo a la inversa. La propiedad intelectual siempre ha estado en la base del progreso. El nivel de protección de los activos inmateriales es históricamente proporcional al desarrollo social, cultural y tecnológico de los Estados”. En esa misma línea de pensamiento se alineó el máximo directivo de AISGE, Abel Martín, organizador de las jornadas. El también profesor de la facultad de Derecho de la Universidad Complutense insistió en que la regulación de los derechos de autor “necesita ser actualizada, porque lleva 70 años viviendo de espaldas a la realidad de los contenidos”. E hizo hincapié en lo que él mismo subrayó como su “principal reflexión” durante estos tiempos de zozobra. “Estamos generando una sobreoferta de contenidos audiovisuales y, en consecuencia, estamos abaratando los productos. Las plataformas se piensan que la figura del productor es la que va a prevalecer, y se equivocan: si una película de 300.000 euros la podemos hacer con apenas 2.000, gracias a la IA, la del productor es la primera figura en peligro. Y de aquí a nada, los perjudicados seremos todos”.
El flanco institucional lo cubrió la subsecretaria de Cultura del Ministerio, Carmen Páez Soria, que incidió en el compromiso del departamento que encabeza Ernest Urtasun por “proteger el sector cultural, garantizar sus derechos y avanzar, para lo que pedimos colaboración para hacer los análisis necesarios”. Páez refrendó el compromiso ministerial con la inminente creación de una Oficina de Propiedad Intelectual, “que dispondrá de más recursos, medios, relevancia y capacidad para desarrollar análisis propios y estrategias de diálogo con todo el sector”. Valoró asimismo la aprobación de una “Guía de buenas prácticas” en el marco de la administración pública, que garantizará “unos estándares de calidad” por los que “en ningún caso se podrán premiar obras generadas por IA”, e incidió en la interlocución permanente “con juristas y, sobre todo, creadores, que son quienes día a día saben en qué momento nos encontramos en cuanto al grado de implantación de estos avances”.
La actriz y consejera de AISGE Susana Córdoba hizo las veces de moderadora y maestra de ceremonias, ordenó los turnos de palabra y propició también las intervenciones de los asistentes, muchos de ellos socios artistas de AISGE. “A mí este asunto me inquieta mucho, me genera por dentro un mar de nervios”, se sinceró la actriz Aída Cobos, “porque me veo abocada a la desaparición como actriz, pero a la vez me siento preocupada por mi condición de ciudadana y madre de futuras generaciones”. El también actor José Navarro se preguntó: “¿Todo esto significa que hemos encontrado la fórmula del éxito? ¿Las películas se harán personalizadas para garantizar su carácter exitoso? Eso sería la mayor distopía del proceso creativo”.
Fuente: Aisge FERNANDO NEIRA (@fneirad). Foto: Aisge