 
				Montevideo, octubre 2020.- El país donde nacieron escritores, políticos y futbolistas conocidos en todo el mundo es de los más pequeños y con menor población de Sudamérica. Esas circunstancias resultan imprescindibles para comprender las particularidades de la industria televisiva de Uruguay y su escasa producción de ficción propia.
Con tres cadenas de televisión privada (Saeta, Montecarlo, Teledoce) y dos de televisión pública (una nacional, TNU, y otra capitalina, Tevé Ciudad), la producción de la televisión en abierto se destina en un 70 por ciento a la información y el entretenimiento. De ahí que la ficción uruguaya ocupe apenas un 0,6 por ciento del total de las emisiones. En lo que se refiere a la televisión de pago, cinco canales nacionales (TCC, Nuevo Siglo, Montecable, CablePlus y Multiseñal) y dos extranjeros (Cablevisión y Direct TV) cuentan con más de 700.000 suscriptores en todo el país.
En la historia de la ficción televisiva en Uruguay sobresalen dos periodos de capacidad productiva. El primero, entre 1999 y 2004, alumbró siete producciones propias. Durante el segundo, entre 2009 y 2012, se alcanzaron los 15 títulos. La capacidad de las cadenas, la voluntad de la industria y las iniciativas legislativas que fijaban cuotas de pantalla para la ficción nacional dejaban entrever la posibilidad de que la industria audiovisual se estableciera de forma definitiva.
Sin embargo, los impulsos productivos terminaron estancándose: en los tiempos posteriores al último auge apenas se han estrenado dos series nacionales al año. Las dificultades económicas que tienen los canales uruguayos para costear la producción de una ficción, mucho más cara que cualquier programa de entretenimiento, así como la necesidad de establecer coproducciones que ayuden en la financiación, son dos de las razones por las que el mercado de ficción es tan escaso.
Entre las tradiciones que se han mantenido hasta hoy figura una programación de televisión en abierto que se compone esencialmente de productos importados, con géneros y orígenes diversos, aunque en su mayoría latinoamericanos. Los acuerdos de los canales nacionales con sus homólogos en Argentina explican que el país vecino destaque como el primero en la lista de producciones extranjeras más vistas en la otra orilla del río de la Plata. De cerca le sigue Brasil gracias a sus telenovelas, y México también encuentra en este género un atractivo filón para los espectadores uruguayos.
El compromiso del Estado con el fortalecimiento del audiovisual está muy presente en Uruguay. La creación de ayudas públicas y las iniciativas del Ministerio de Industria y Energía y del Instituto del Cine y Audiovisual Nacional tratan de impulsar la creación de ficciones uruguayas. La última en aflorar de forma exitosa es Todos detrás de Momo, con nombres significativos de la industria: Pablo Stoll y Adrián Biniez como directores y Carlos Tanco como guionista.
Compuesta por 10 episodios en los que intervienen 90 actores y 2.000 extras, esta producción desarrolla una trama policial en el universo de la murga uruguaya, un género coral-teatral-musical cuyos orígenes se encuentran en la chirigota española, que llegó al país en los primeros compases del siglo XX. El punto de partida de Todos detrás de Momo es el asesinato de un integrante de la murga, y la trama gira en torno a la particular relación de la pareja de policías que tiene que descubrir quién fue el asesino. Para ello, uno de los agentes se infiltra en la murga, lo que permite recrear el universo de esa manifestación tan arraigada en la cultura del país –algunos anhelan formar parte de una murga tanto como ser futbolistas–. La mezcla de costumbrismo, humor y suspense le reportó a la serie el galardón a la mejor ficción latinoamericana en los Premios TAL, que reconocen los contenidos de los canales públicos de América.
Con las plataformas de streaming como principal fuente de consumo de ficción televisiva (Netflix y Amazon Prime en cabeza), los creadores de ficciones uruguayas encuentran en YouTube y en portales como Vera TV o el argentino UN3TV los soportes ideales para desarrollar el formato más factible en la actualidad: las webseries.
Una de las últimas en estrenarse fue El último youtuber, escrita y dirigida por Martín de Benedetti, con nueve episodios que unen humor y ciencia-ficción en clave de falso documental. Pero entre las que cosechan mayor éxito encontramos Maestra Veneno, perteneciente al género de la webnovela y creada por Eduardo Maquieira, quien convierte en protagonista a una maestra justiciera del entorno rural que lucha por sus alumnos. Con un capítulo inicial que acumula más de 20.000 visionados, en 2019 ya la vimos en el Seriesland de Bilbao. Fue seleccionada para festivales de Alemania y Colombia y acabó reconocida en certámenes de Corea del Sur y Brasil. 
Fuente: Revista ACTÚA n. 369 de AISGE

